He escogido un clásico, En el nombre del padre, algo que nunca falla.
A Jim Sheridan, su director, le gustan los
relatos de retos y obstáculos, de injusticias, historias con las que poder
devolver a las víctimas la dignidad perdida en la vida real y muestra especial
interés en contar historias protagonizadas por irlandeses como él. En su debut,
‘Mi pie izquierdo', relataba el ánimo de superación del pintor y escritor de
origen irlandés Christy Brown, quien sufría una severa parálisis cerebral que
únicamente le permitía mover su pie izquierdo. Fue su primera colaboración con
Daniel Day-Lewis. Tras el éxito de aquella, llegó ‘El prado', en la que Richard
Harris interpretaba a un granjero acosado por los especuladores inmobiliarios.
Poco después se atrevió con el drama de Gerry Conlon.
La película arranca con
los compases de "In the name of the father", interpretada por Bono y
Gavin Friday. La melodía suena como un lamento, una especie de presagio ante el
poderoso retrato de la gran injusticia de la que estamos a punto de ser
testigos. A través de unas cintas grabadas, Gerry le va narrando toda su historia a la
abogada. Más cercana al docudrama que al melodrama carcelario, sin lugar a
dudas una de las películas clave del conflicto norirlandés.
En los primeros minutos de En el nombre del padre nos encontramos en un Belfast en plena ebullición del terrorismo del IRA, ahí se nos presenta a nuestro protagonista como un joven despreocupado con estética hippie, ladrón de poca monta, que vive al margen de todo cuanto le rodea. Gerry se dedica a hacer el gamberro con sus amigos por los barrios de Belfast y se encuentra con la realidad del IRA cuando su padre lo manda a Inglaterra a buscar trabajo. Víctima de su propio destino, estar en el lugar y en el momento más inoportuno, confiesa bajo tortura su culpabilidad en un atentado terrorista y es condenado a cadena perpetua. Este hecho toma una dimensión mayor debido a la influencia de los medios de comunicación. No solo él es condenado, sus amigos también se ven implicados en la acusación, incluso su padre es encarcelado.
Entre rejas, Gerry, descubrirá lo que es el
espíritu de lucha y justicia a través de su padre. Un hombre con el que, en
principio, no encontraba ningún punto en común. Su padre era tranquilo y
educado y Gerry, durante su juventud, se revelaba contra la vida monótona de ese
señor aburrido que representaba la figura de su padre.
Ya en la
cárcel y como compañero de celda de su propio padre, asistimos, con los años, a
una completa transformación del protagonista. Los ojos con los que ve su mundo,
su situación y lo que está a su alrededor han cambiado. Ya es consciente de lo
que le rodea.
Con la ayuda de una abogada entregada a la causa (Emma Thompson), Gerry se propone demostrar su inocencia, limpiar el nombre de su padre y airear la verdad de uno de los más lamentables errores legales de la historia reciente.
La historia es increíble por sí sola, pero
además cuenta con tres actores que elevan la película a otro nivel.
Daniel Day-Lewis, en uno de sus papeles más emblemáticos de su
carrera. Durante los 135 minutos que dura la cinta puedes ver el paso del
tiempo en sus rasgos faciales, esos 15 años que han caído como una losa en
Gerry.
Pete Postlethwaite se sale en su papel de Giuseppe Conlon, el
padre de Gerry, quien trata de protegerle, tanto en las calles de Belfast como
en los pasillos de la cárcel. El mejor papel de Postlethwaite, quien siempre ha
aparecido como actor secundario y es el típico actor que cuando lo ves en
pantalla, lo reconoces por su carisma. Es imposible no encariñarse con este
personaje que nunca da por perdido a su hijo, viendo en el encarcelamiento una
oportunidad para acercarse a él.
Y por último, la sensacional Emma Thompson
quien interpreta a Gareth Peirce, una abogada que desde fuera de la cárcel les
da todo el apoyo que puede y se deja la piel por demostrar su inocencia y
probar que el gobierno necesitaba capturar a los
culpables para frenar la indignación popular y detiene a cuatro delincuentes de
poca monta para lograrlo.