08 julio 2018

Cuarta temporada, déjame volar ama



Arkangel es el segundo capítulo de la cuarta temporada y cuenta la historia de una madre que sencillamente no puede dejar que su hija viva sin una red de seguridad. La suya.

 
Creo que esta cuarta temporada ha sido de las más flojillas, pero en Black Mirror incluso cuando un capítulo parece una peli de sobremesa, logran un producto bastante bueno. Es una historia oscura y triste bajo la dirección de la actriz Jodie Foster. Su trabajo no es ni sorprendente ni novedoso. El papel de la madre está interpretado por Rosemarie Dewitt, lo hace bien, pero tampoco te pone los pelos de punta.


Si la serie no nos tuviera tan acostumbrados a episodios maravillosos podríamos verlo con interés y mucho asombro. Pero claro, estamos hablando de Black Mirror. De ahí mi sorpresa al encontrarme con un capítulo predecible. ¿Mediocre? No, eso son palabras mayores.
Arkangel habla de la censura, la historia comienza cuando una madre hace que le implanten a su hija un dispositivo que rastrea su ubicación y signos vitales, y le da una visión a través de sus ojos. Esta terrible decisión la toma después de que su hija casi desaparece en el parque.


Además, el chip que le implantan a la niña, tiene la capacidad de pixelar todo lo que pueda ser molesto o causarle demasiado estrés. No puede ver la sangre ni escenas violentas ni escuchar tacos ni siquiera ve con claridad al perro agresivo del vecino que se pone a ladrar como loco cuando alguien pasa por su lado.
Después de unos años la madre decide dejar de espiar a su hija y permitir que empiece a ver las cosas tal y como son. Lo primero que hace cuando se libera de Arkangel es darse un buen atracón de realidad mirando todo lo que antes no podía ver. Entonces es cuando realmente comienza a crecer.
Todo va bien hasta la temida adolescencia, ella comienza a salir por ahí y a contar mentirijillas a su madre sobre dónde está. Su madre, aún traumatizada por el temor que sintió al casi perderla cuando era pequeña, guardó el dispositivo móvil para poder ver a través de sus ojos cuando lo considerara necesario. Algo así como “te doy libertad hasta que yo diga”. Caca de la vaca. 💩
Cuando un padre no conoce sus límites. La sobreprotección representa un peligro muchísimo mayor que aquellos de los cuales intentan protegerlos. Los niños y niñas debemos desarrollarnos teniendo mecanismos de defensa, no sólo inmunológicos, sino también emocionales que nos permitan hacer frente a situaciones adversas de manera autónoma, y sin intervención de los padres.


Fijándome en los capítulos que he escogido me doy cuenta de que todos tienen en común el control, cuando este es desmesurado. Me lo haré mirar.
Me gustaría terminar con esta genial cita de Francisco Umbral, aparece en su libro 'Mortal y rosa': «En mi infancia soy mi propio hijo. Ese hijo también se pierde, como todos, pero ahora lo tengo muy vivo. El niño que fui es el niño que he perdido. Se es padre de uno mismo».

01 julio 2018

Tercera temporada, ¿cuánto valgo?


Caída en picado es el primer capítulo de la tercera temporada. Hay dos cosas increíbles en él: la actriz principal del capítulo y el director.


La protagonista es Bryce Dallas Howard, su interpretación aquí es deliciosamente desquiciada. Siempre he pensado que la carcajada y la risa desternillante es lo más difícil de fingir para un actor o actriz, aunque en este caso tú eres consciente de que el personaje lo hace todo de manera forzada y lo que es dos veces mentira se convierte en algo muy auténtico. 


Ella viste como si fuera un algodón de azúcar, sus modales son más que exquisitos, siempre con la palabra correcta en el momento oportuno. Vamos que en cualquier momento podría sufrir un subidón de glucosa.

El otro ingrediente de la historia es el director de Caída en picado, Joe Wright, él aporta su gran ojo visual previamente visto en Expiación y Hanna para influir en esta historia de futuro social repleta de brillantes colores. Como si a la realidad se le hubieran puesto filtros color pastel.

Está ambientado en un mundo en el que todos evalúan constantemente a los demás en una escala de calificación de cinco puntos,  y la puntuación final de una persona termina dictando la forma en que son tratados por el entorno que los rodea. ¿En qué se diferencia de lo que ocurre cualquier día de tu vida? ¿Cuántas veces hemos respirado hondo antes de ponernos a interpretar el papel de nuestra vida? ¿Cuántas máscaras llevamos encima?



La idea en sí es bastante sencilla, pero termina siendo una sátira social sobre el poder de los juicios de valor. Todo esto llevado al extremo, aunque creo que de todos los aparatos raros que hemos visto en Black Mirror, este es el único que ya es una realidad. Solo falta que se den algunos pasos para llegar al mismo punto de Caída en picado. En este artículo podéis leer que en algunos países estos pasos ya se han dado.

Nuestra adicción a la validación es tan fuerte que incluso sin obtener ninguna recompensa externa, ya nos sentimos mejor. No se trata solo de conseguir un like en las redes sociales. Cualquier tipo de aceptación nos reconforta venga de quién venga, incluso de un desconocido al que no vamos a volver a ver. Pero cuando esa aceptación proviene de alguien conocido sientes que tu falsedad es un triunfo y que has logrado hacer creer a alguien lo que no te crees ni tú. Todos y todas somos un poco farsantes, un poco ilusos, un poco raros…

Soy la primera que reacciona como una niña pequeña ilusionada cuando recibo un retweet o un corazón en Twitter y ya no os digo nada si me dejáis un comentario…


AVISO SPOILER ⚠

Me encanta el final del capítulo, ella termina siendo libre por primera vez en un calabozo, una contradicción preciosa. Prisionera en la calle y un pájaro estando encerrada. En la escena final ella suelta todos los disparates que se le pasan por la cabeza. Con la euforia de un Pinocho convertido en un niño de verdad.