01 junio 2020

Los cinco sentidos del periodista: El maestro del periodismo


Kapuscinski fue un reconocido periodista, además de historiador y escritor. Durante su vida se dedicó al periodismo, aunque se licenció en Historia, y su figura se convirtió en uno de los iconos más importantes del periodismo. Era profundamente político, casi filósofo, auténtico animal de la comunicación y máximo exponente de la crónica internacional en esta última mitad del siglo XX.

“La condición fundamental de este oficio es el entendimiento con el otro: hacemos, y somos, aquello que los otros nos permiten. Ninguna sociedad moderna puede existir sin periodistas, pero los periodistas no podemos existir sin la sociedad”.
Nació en Pinsk (Bielorrusia) el 4 de marzo de 1932. En su dilatada e intensa carrera periodística fue testigo, y principal informador, entre otros hechos, de la llegada de la descolonización y la consiguiente independencia del Tercer Mundo, el golpe de estado en Chile o la revolución en Irán; presente en 27 revoluciones, vivió en primera persona 12 frentes de guerra y fue condenado en 4 ocasiones a ser fusilado. 


Kapuscinski escribió
Los cinco sentidos del periodista en base a los talleres que impartió en la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano y recoge los principios básicos de periodismo. Kapuscinski se muestra desmoralizado frente a la situación del periodismo actual y resulta muy difícil no dejarse contagiar por ese sentimiento después de leer la obra.

“Actualmente el poder está en manos de quien posea un estudio de televisión, un diario, una radio. En el mundo contemporáneo, tener medios de comunicación significa tener poder”.

El autor marca dos diferencias importantes en el oficio del periodismo respecto a su práctica en el pasado y en el presente. Creo que realiza una comparativa excesiva del oficio. Quiero pensar que ningún periodista que desee ejercer la profesión, lo hace con el deseo de conseguir un reconocimiento social, aunque según Kapuscinski, hace cincuenta años esto era algo fácil de lograr, ya que los periodistas eran gente conocida y respetada, esto sucedía por la manera en que el periodista desempeñaba estas funciones, eran ellos los que lo hacían todo, hablar con la gente, escribir la noticia, mandarla, y hasta de vez en cuando hacer las fotos. 



Y aunque el periodista continúa siendo un profesional multidisciplinar. Estas tareas han cambiado debido sobre todo a la revolución tecnológica que ha permitido trasmitir la noticia de una manera fácil e inmediata, en esta parte discrepo un poco con Kapuscinski porque, aunque pueda parecer que ahora sea todo muy fácil, ya que, la tecnología ofrece oportunidades sin precedentes para hacer mejor periodismo, la realidad es que para conocer estas herramientas, hay que estudiar y esto hay que hacerlo siempre, y no solo para desarrollar mejores técnicas digitales, sino también para poder decir qué es lo que ocurre y entenderlo. Esto parece bastante evidente, nadie debería hablar de lo que no conoce, pero me temo que no es así. Los nuevos periodistas estamos obligados a seguir estudiando, porque el mundo cambia y la profesión no es estática.

“Los jóvenes periodistas que hoy se desempeñan en el pequeño territorio de la prensa escrita van a trabajar en una civilización donde nuestra tarea importará cada día más por dos razones: la primera, porque es una, ¡profesión a través de la cual se puede manipular a la opinión pública; la segunda, porque los mecanismos de los medios construyen un mundo virtual que remplaza al mundo real”. 
Todos sabemos que para hacer las cosas bien, con la profundidad que requiere el ejercicio de esta profesión, hace falta contar con tiempo, pero también con dinero. Por este motivo creo que la falta de inversión en nuevas formas de periodismo es la mayor problemática a la que deberemos enfrentarnos los nuevos periodistas. La crisis económica que estamos atravesando y vamos a atravesar no nos va a ayudar a recuperar el buen nombre del periodista, el que tanto echa de menos Kapuscinski.
"Como en toda tarea creativa ­como para pintar un cuadro, filmar una película, componer una obra musical, escribir un libro­ se necesita tiempo. La disponibilidad de tiempo nos permite hablar con más gente, leer más documentos, observar más, pensar más: trabajar en serio. Del otro lado, resolver las cosas en poco tiempo conduce a la superficialidad y la falsedad, desgraciadamente abundantes en nuestra profesión".
Lo mejor de Los cinco sentidos del periodista es la parte en la que habla de la Globalización. El autor de una manera muy inteligente, usando teorías ya existentes, define el concepto, sus causas y en cierto modo sus consecuencias: el debilitamiento del Estado, la privatización de la violencia, la creación de burocracias globales.  


En cambio, dedica muy poco tiempo a analizar cómo afecta la Globalización al ejercicio del periodismo, pero, aun así, dice una cosa muy importante que intentaré resumir: Hay que trabajar para buscar lo universal en cualquier tema local porque una gota de agua contiene el mundo, pero hay que saber encontrar el mundo en una gota de agua. Antes de escribir, debemos reflexionar sobre qué hace que ese tema sea universal.
“Sólo las sociedades económicamente fuertes pueden resistir la globalización, ya sea por el tipo de instituciones que poseen o por sus tradiciones políticas. Los otros Estados ­que son, ni más ni menos, los de América Latina, los de África, los de Europa Oriental y los de Asia­ se ven afectados por la globalización”.
Si nos trasladamos a la situación española, podemos comprobar cómo la mayor parte de los medios de comunicación españoles se surten de grandes agencias de noticias o de freelance que ya están preparados para desarrollar su trabajo, y es debido a los recortes derivados de la crisis económica su dependencia de las grandes corporaciones.
“Hoy, al cronista que llega de hacer una cobertura su jefe no le pregunta si la noticia que trae es verdadera, sino si es interesante y si la puede vender. Éste es el cambio más profundo en el mundo de los medios: el remplazo de una ética por otra”.
Y otra de las razones por las que parece que vamos a continuar con esta mala reputación es que la profesión parece haberse convertido en un buen negocio, algo que sirve para ganar mucho dinero y rápido, parece que la situación se ha agudizado cada vez más en los últimos tiempos, sobre todo con la aparición de los medios de comunicación masivos. Los medios dependen del beneplácito de las élites económicas para su existencia. En este punto puedo compartir la melancolía de Kapuscinski por el momento que pasa la profesión en el momento actual, parece que la ética, los valores y la libertad pasan a segundo plano si se trata de enriquecer a esta élite.


Según el autor actualmente el poder está en manos de quién posea un estudio de televisión, un diario, una radio. Por ejemplo, en el mundo de la política esta creciente influencia se advierte cada vez más en la lucha de este colectivo por tener más presencia en estos medios. Los medios de comunicación, como parte de los grupos de poder, difunden entre los sectores populares las ideas que les conviene a los sectores altos y si solo te basas en lo que ves puedes estar muy limitado a la hora de conocer la realidad.

“Muchas veces la información funcionó como un arma en la lucha política, por la influencia y por el poder. Pero hoy, tras el ingreso del gran capital a los medios masivos, ese valor fue remplazado por la búsqueda de lo interesante o lo que se puede vender. Por verdadera que sea una información, carecerá de valor si no está en condiciones de interesar a un público que, por otro lado, es crecientemente caprichoso”.
Se puede observar cómo los periodistas sufren también la censura de algunos medios por motivos ideológicos, publicar determinados textos o emitir cierto contenido televisivo y no otro puede servir como sistema de control y dominación entre el público que luego se convertirá en lector o espectador.  
“En la dictadura funciona la censura; en la democracia resulta más adecuada la manipulación. Y el blanco de esas agresiones siempre es el mismo: el hombre de la calle”.
Los cinco sentidos del periodista debería ser de lectura obligatoria para los estudiantes de periodismo de cualquier parte del mundo. Kapuscinski era un auténtico periodista de vocación; honesto, comprometido, arriesgado, audaz, un curioso insaciable, un maestro para muchos, ejemplo para casi todos, un impagable espejo en el que procurar reflejarse.
“El verdadero periodismo es el de contacto vivo con la gente y con las situaciones: ese conocimiento directo constituye la base del reportaje serio y con ambiciones literarias”.