01 febrero 2023

Los días perfectos: elegir entre la pena y la nada


 Ficha técnica

Jacobo Bergareche compagina la escritura con su trabajo como productor y guionista de series de ficción. Es autor del poemario Playas, la obra de teatro Coma, la colección de libros infantiles Aventuras en Bodytown y el ensayo autobiográfico Estaciones de regreso. Residió en Austin, Texas, durante cuatro años, en los que pudo investigar la correspondencia privada de varios escritores en el Harry Ransom Center; Los días perfectos es uno de los frutos de esa investigación y la novela de la que hablaré a continuación.


Entrevista a Jacobo Bergareche/Fuente: YouTube

Es un libro de amor, sí, pero que eso no os desanime porque no es la típica novela romántica que tira para atrás, es un libro más maduro de lo que en un principio parece en las primeras páginas. Dejándolo reposar unos días, le sacarás más jugo, porque el libro está cargado de detalles. En mi opinión, el libro va de menos a más y acaba muy arriba.


Jacobo Bergareche/Fuente: librosdelasteroide.com

Es una novela epistolar, dos preciosas cartas de amor escritas por un hombre perteneciente al siglo XXI y a la parte privilegiada del mundo, con esto quiero decir que puede permitirse el lujo de preocuparse por su aburrido matrimonio y no por otros asuntos como vivir en un país en guerra o no tener qué comer.
“Vivir sin pasión no me parece ya vivir, sino meramente estar de paso, contando los días, esperando que ocurra algo, a que llegue el viernes, el verano, a que me den un reportaje en una ciudad exótica, a que Paula esté de buen humor, a que mi hijo marque un gol el sábado por la mañana, a que Carmen me pida que le haga cosquillas, a que me llame un amigo para ir a cenar […]”.
En Los días perfectos, Bergareche nos adentra en la vida de Luis, un periodista cansado de su trabajo y, sobre todo, de su matrimonio, a partir de las cartas que le escribe a su amante (Camila) y a su mujer (Paula) durante su estancia en Austin (Texas) en un congreso de periodistas, encuentra un aliciente literario muy interesante: la correspondencia del escritor William Faulkner con su amante Meta Carpenter que se conserva en el Harry Ransom Center, un archivo, biblioteca y Museo de la Universidad de Texas.
“[…] ya se sabe que los que no se apoyan en imágenes, ni palabras, ni objetos se deshacen poco a poco en la memoria, pierden la nitidez, sus contornos se diluyen, sus colores se entremezclan y al final solo queda una mancha borrosa de luz contra esa oscuridad que termina por engullirlo todo”.
Esta correspondencia es un ejemplo de la sensibilidad de Faulkner y su capacidad no solo narrativa sino también artística pues acompaña sus cartas de dibujos y viñetas con los que describe los mejores momentos vividos con su amante, algo que inspira a nuestro protagonista para hacer lo mismo.
“Y es ahora, al ver esta carta, que cuento los días que pasé contigo, siete en total, y se me aparecen como días que podría dibujar, días perfectos, días no solo memorables, sino memorizados, que podrían engendrar fácilmente un Morning Paper como el de Faulkner”

Impulsado por las palabras de Faulkner a su amante, Luis se sincera con Camila y reconoce que la vida que comparte con Paula se le hace muy pesada.

Luis necesita acción, sentirse vivo. Se resigna a no vivir días perfectos y ya solo aspira a disfrutar de buenos momentos, aunque sean esporádicos.

“Yo no aspiro a otra cosa al cabo de la semana, o incluso del mes, la estación, el año, que a tener un buen día en algún momento, o un buen momento al cabo del día”.
Esos cuatro días con Camila eran esos días emocionantes que añoraba el resto del año, y mientras los vivía no quería pensar en si era o no feliz.

Al principio Luis da la impresión de un ser odioso. La primera carta parece de un adolescente con las hormonas revueltas. 
"[...] Solo sé que el año pasado te vi cuatro días en estas mismas fechas, en esta misma ciudad [...] Verte se queda corto. Te tuve, me tuviste. Nos tuvimos".

La segunda, sin embargo, es la carta que todas las parejas deberían enviarse en algún momento de su relación. En la carta a su pareja oficial, Luis parece que se convierte en un hombre sensato que reclama algo de vida de pareja en su rutina marital.
“Es importante la memoria de cómo salía un día perfecto, pero es más importante aún estar abierto a tenerlo, a seguir las pistas en cuanto asome la posibilidad de un gran día”.
De Los días perfectos extraigo dos ideas que me han parecido muy lógicas, a pesar de mi desconocimiento sobre el tema. Una de ellas, de lo sencilla que es, no puedo creer que no se le haya ocurrido a nadie antes.
“Qué razonable sería sustituir en las bodas la palabra muerte por la palabra tedio".
La otra idea habla de no ser únicamente padre y renunciar a alimentar una sana relación de pareja, porque si no puedes acabar tus días con un señor o señora que no conoces de nada.
“Ya has oído lo que pasa cuando el padre suplanta al cónyuge, pasa que el día que los niños se van de casa no te queda más que un desconocido ajado con el que te cruzas por el pasillo de tu casa vacía”.
Los días perfectos es una oportunidad para profundizar en lo que realmente se esconde detrás de los fuegos artificiales de las pasiones pasajeras y de lo que queda tras años de convivencia. Una invitación a no dejar de vivir tu vida por tener que ocuparte de otras vidas, una llamada a la libertad individual dentro de la vida en pareja.
“Los penúltimos días son los mejores. No han de soportar sobre sus espaldas la tragedia de ser la víspera de una despedida, la antesala de una larga ausencia”.