01 septiembre 2023

Tienes que mirar: también debes leerlo


Ficha técnica

Anna Starobinets, la autora de Tienes que mirar, nació en Moscú en 1978. Trabaja en el Russki Reporter, y está considerada una de las más importantes escritoras rusas del momento. Es conocida como «la Stephen King rusa» gracias a sus colecciones de relatos cortos. Con tan solo veintisiete años, publicó su primer libro, Una edad difícil, al que le siguieron Santuario 3/9, La tierra de las niñas buenas, El vivo, La glándula de Ícaro, The observer y por último la obra a la que este mes dedico la entrada de mi blog.


Anna Starobinets/Fuente: impedimenta.es

Es la narración detallada y dolorosa del proceso por el que tuvo que pasar la autora, Anna Starobinets, para interrumpir su embarazo desde el momento en que supo que su hijo tenía una deformidad congénita grave de los riñones que hacía su supervivencia inviable. Acompañamos a Starobinets por un calvario de consultas con ecógrafos, ginecólogos, neonatólogos y psicólogos, marcadas en muchos casos por el trato inhumano y la desconsideración hacia los sentimientos del paciente y de su familia.
“Una cosa es inventar historias de miedo y otra muy distinta es convertirse en la protagonista de un cuento de terror”.
Tienes que mirar es el primer libro que da voz a todo un proceso de pérdida que por lo general nuestras sociedades esconden o a las que no se suele dar la importancia que merece. Y también, por otra parte, porque se plantea no solo como testimonio sino como resistencia, tanto a los mensajes tipo "ya tendréis otro", "de todo se aprende", como a la visión de quienes lo equiparan a un procedimiento médico cualquiera (como una operación de apendicitis) en vez de tratarlo como lo que es: la pérdida de un ser en el que ya se habían depositado sueños, esperanzas, fantasías y también miedos, una pérdida que, como cualquier otra, exige un proceso de duelo y luto.
“No hay estadísticas precisas, pero muchos matrimonios rusos se vienen abajo después de la interrupción de un embarazo avanzado. Y yo sé por qué. Porque los maridos se quedan para siempre en la etapa de «solo un embrión» y «embarazo fallido». Porque no se les permite entrar a la clínica ginecológica local. Ni al hospital. Ni estar en el parto. Ni mirar al niño. Al niño muerto. No al embrión”.
Hay en este libro pasajes terribles, en particular el que da título al libro: el momento en que la escritora, antes y después del procedimiento para interrumpir el embarazo, debe decidir si quiere ver el cuerpo de su hijo, como le aconseja la psicóloga del hospital, o si prefiere ahorrarse esa imagen para evitar que le persiga el resto de su vida.


Anna Starobinets/Fuente: www.diaridetarragona.com

La historia es tan dura, y la forma de contarla tan descarnada, que seguro que cualquier lector o lectora siente un nudo en la garganta al leer la obra. Por suerte, también hay momentos de humor y de amor, de solidaridad y de compasión, sobre todo en ese triángulo que forma la autora con el Gran Tejón (su marido, Sasha) y la Tejoncita (su hija, también llamada Sasha). De hecho el epílogo, en el que la historia de la familia se cierra con una sensación de esperanza, ternura y unión a pesar del dolor, ha ayudado a que el regusto final sea melancólico y no rotundamente trágico.
“Pasados otros diez minutos alcanzo a comprender que el niño y yo ya no somos un todo. Yo vivo y él ha muerto. Es él, y no yo, quien no respira y no siente su piel… Es él quien yace solo ahora, en el frío, con la cara tapada. Nadie lo conoce. Nadie lo necesita. Nadie lo ha abrazado”.
Podría decirse que, como la propia autora apunta en el texto, esa experiencia como narradora, y también como periodista, la preparó para poder contar esta historia gracias a la escisión entre la mujer que vive la experiencia del aborto, y la escritora que, a una distancia prudencial, observa, toma notas, describe y analiza el proceso.
“No se puede recuperar lo perdido. Aquellos que han perdido su apariencia humana no pueden convertirse de nuevo en personas. Pero el sistema se puede corregir y esa es mi esperanza. Por eso indico los nombres reales de instituciones y personas. Por eso escribo la verdad”.
Vemos así sus dudas, sus miedos, sus avances y retrocesos, las trabas que el sistema coloca en su camino, como si en vez de paliar su sufrimiento quisiese aumentarlo, como si tuviese que pagar por la culpa de haber engendrado un hijo con malformaciones. Imposible no empatizar con la autora por muy lejos que te encuentres de su realidad. Tienes que mirar me parece imprescindible.


Ecografía/Fuente: www.llegir.cat

Mientras leía la obra me vino a la cabeza un corto satírico de Icíar Bollaín, en el que Luis Tosar hacía de parturienta a punto de dar a luz y que tenía que aguantar una serie de situaciones y comentarios que no eran los adecuados. La violencia obstétrica llega a todas las partes del mundo, con mayor o menor intensidad. En fin, que a pesar de que ya son muchos años de intentar dar visibilidad a estos asuntos con los resultados que ya conocemos, no hay que rendirse y obras como esta tienen muchísimo valor.


Por tu bien de Icíar Bollaín (Cortometraje)/Fuente: YouTube

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