En esta entrada voy a hablaros de otra de esas pelis que después de verlas te dejan durante un buen rato sin poder articular palabra. Se titula Funny games, una película bastante dura, yo la defino como una película fríamente violenta. La verdad es que las pelis que me dejan huella suelen ser las que me resultan más difíciles de ver.
No es una
película ni divertida ni graciosa ni fácil y esto último debería estar muy
presente en la mente de aquél que se disponga a verla. No puedes elegir
cualquier momento para verla, tú mente debe estar despejada y preparada.
Funny games trata sobre dos jóvenes, aparentemente “normales”
que invaden la intimidad de una familia que pasa sus vacaciones en una zona
residencial. Sin motivo aparente, y como si de un juego se tratase, siembran el
terror y el pánico entre los miembros de la familia, un matrimonio y su hijo,
quienes lucharán por sus vidas incapaces de entender lo que les está
sucediendo.
Al principio
todo es música clásica, luz, poesía, armonía y pijos de anuncio por doquier. Una
familia feliz americana que se va en su todoterreno a una casa en una bahía de
ricos a navegar en su lujoso yate. Hasta que la situación da un giro de 180
grados y comienza la película.
Una de las
mejores cosas de Funny games son los
actores, sobre todo los dos chavales que hacen de psicópatas, están
maravillosos. Hay momentos brillantes en esta película, como esos momentos en
que los dos psicópatas miran a cámara y empiezan a hablar directamente contigo,
y aunque son sólo unos pocos segundos, esos momentos te dejan helada, como si
fueras otro personaje más, atrapado en esa casa.
También está
uno de los momentos finales de la película, cuando los dos personajes
principales hablan sobre la diferencia entre ficción y realidad, que por un momento
te hace pensar que, quizá, lo que estás viendo no está sucediendo, o tal vez
sí.
El director
de la película es el austriaco Michael Haneke quien recientemente ha dirigido ‘Happyend’, un título cargado de ironía, ya que, lo último que vemos en sus películas
son finales felices.
Funny games es un remake de otra película con el mismo nombre
y mismo director, pero 10 años después y filmada en Hollywood. Michael Haneke
ha querido hacerla exactamente igual que la original, plano a plano y con los
mismos diálogos.
Los largos
planos, lejos de aburrir, tienen un efecto envolvente que hacen que la angustia
vaya "in crescendo". Creo que siendo idéntica a la original, lo único
en lo que podía mejorar este remake era en el reparto y en la fotografía. Naomi Watts, Tim
Roth y los desconocidos Michael Pitt y Brady Corbet, el grupo de actores y el
uso mucho más adecuado de la iluminación logran mejorar la versión austríaca.
Como decía antes
es una película incómoda de ver y auténticamente terrorífica. Puede que no
muchos aguanten hasta el final. He leído algunas críticas horribles que animan
al director a ir al psiquiatra por psicópata y perturbado. Yo, a riesgo de que
penséis lo mismo de mí, os animo a verla.
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